En Medellín es una vergüenza ser taurino.

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Era el año 2004 cuando la Plaza de Toros La Macarena de Medellín fue reinaugurada como Centro de Espectáculos con una corrida de toros a la que asistieron 12.000 espectadores (Dato de asistencia tomado de El Colombiano, febrero 8 de 2004), su capacidad original era para 10.000 asistentes, pero como la afición taurina crecía rápidamente, la plaza debió ampliar su aforo para albergar 15.000 asistentes.

 

En la temporada de 2005, la prensa taurina registraba llenos totales en las corridas (El Colombiano, febrero 12 de 2005). El panorama no variaba mucho, a pesar de las constantes y contundentes protestas antitaurinas en los alrededores de la plaza. Pero para 2007, varios grupos defensores de animales de la ciudad propiciaron un cambio importante y lanzaron la campaña Medellín Antitaurina, con el apoyo del Alcalde Sergio Fajardo Valderrama, y gracias al éxito y a los resultados mostrados, el siguiente alcalde, Alonso Salazar, continuó también con el apoyo a esta iniciativa.

 

Medellín Antitaurina busca empoderar al 90% de la población que ha estado en contra de los espectáculos donde se torturan y matan animales, y a través de esta estrategia fortalecer un valor cívico como el buen trato a los animales; el  resultado: quitarle estatus social al mundillo taurino.

 

Entre los informes de la Campaña Antitaurina, emitidos por la Alcaldía de Medellín y las entidades que aportaron recursos económicos, hay cifras más que elocuentes: datos de asistencia tomados de la prensa taurina muestran que hasta 2006 se registraban llenos en la plaza; pero en 2007, cuando se inició dicha campaña, y cuando también por primera vez se pudo acceder a publicidad pagada en medios de comunicación, a grandes y vistosas vallas en situadas en los mejores sitios de la ciudad, a pasacalles, entre otros medios, se registró, por ejemplo, que el sábado 20 de enero hubiese una asistencia equivalente a “media plaza”, y el 10 de febrero “menos de tres cuartos de plaza” (datos tomados del Periódico el Mundo). Es entonces, cuando en 2008 la campaña se fortalece y contario a esto,  la presencia del público se debilitaba. La prensa taurina repetía cada sábado “media plaza”, los llenos completos estaban pasando a la historia, la ciudad ya no le prestaba atención a la feria taurina y era frecuente leer expresiones como: “¿Dónde está la afición?, preocupante por decir lo menos que un cartel como el de ayer en La Macarena… no haya logrado llenar ni tres cuartos del aforo” (El Mundo, domingo 1° de febrero de 2009).

 

La campaña siguió avante a través de mensajes como “No celebro la Tortura, No Voy a Toros”, “No más Barbarie Taurina”, “A Toros no me Invite, la Tortura no es una Fiesta”, y después de años, y de dos administraciones que la apoyaron, el actual gobernante decidió no continuar con la actividad. Sin embargo,  la campaña se mantuvo gracias al apoyo económico de entidades como World Society for Protection Animals, WSPA y Foundation Franz Weber, FFW.  Un trabajo continuado que ha propiciado que la tendencia antitaurina tome cada vez mayor fuerza en la ciudad; nunca más se volvió a llenar la plaza de torturas La Macarena.  En 2015, los organizadores de la Feria Taurina decidieron cerrar el 70% de los tendidos de la plaza, después de varios años marcados por una precaria asistencia; a tal punto que la última corrida de la feria tuvo que ser cancelada por falta de público.

 

Además de la deserción del público en la Plaza, se consiguió un efecto colateral muy interesante: la ciudadanía de Medellín reprocha y señala a establecimientos como supermercados y hoteles que, otrora hacían alarde del tema taurino, y época de feria decoraban sus entradas con las cabezas de las víctimas y las herramientas de tortura. En estos días muy apenas tímidamente ofrecen menús españoles y algún festival de vinos ibéricos para no quedar mal con esa ínfima y sádica minoría que los visita por la temporada, ya que ellos tampoco llenan estos establecimientos como ocurría años atrás. Así mismo, cada vez más políticos locales y nacionales no quieren ser relacionados con estos anacrónicos espectáculos; en consecuencia, la plaza está cada vez más sola y los animales rodeados de personas que los defienden, porque en la actualidad es una vergüenza ser taurino.

Por: Mauricio Gómez, Director de Defenzoores.

Tomado del periódico Amigo Animal 

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